Relatos en castellano. 5~ El viaje de Denis. Por: Jesús M. Saldón Andrades

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Mensaje  Uken Lun 02 Sep 2013, 15:09

Es 100% gratis, así que leerlo no cuesta nada.



~ Me encantaría saber vuestra opinión de los relatos que vaya subiendo, son muy importantes las críticas, eso sí, nada de criticas destructivas Relatos en castellano. 5~ El viaje de Denis. Por: Jesús M. Saldón Andrades 141140

EL VIAJE DE DENIS.

Denis alcanzó su sueño: Su primera novela salía al mercado y pronto enlazaría con la segunda. Parecía la típica frase de un final feliz de un cuento o de un relato de autoayuda… si no fuera porque Denis, justamente en esos días de éxito,quería echar a correr.
Como si nada importara, el ángel y el demonio que dentro llevaba se habían alzado en guerra. Luchaban enloquecidos, dispuestos a todo. El sueño se cumplía (o empezaba a cumplirse) y el demonio tentó a Denis.
"¿Note das cuenta ahora de cuánta falsedad hay a tu alrededor? Todo puro interés.” Le martilleaba el diablo en su cerebro colapsado. "Todos, absolutamente todos,buscan algo de ti. No te fíes, ándate con mil ojos. Te lo dije, una y mil veces yo, que te quiero bien: Es mucho mejor ser mediocre, pasar desapercibido por la vida, así nadie querrá aprovecharse de tu buena fortuna. Pero no quisiste creerme, tenías que comprobarlo por ti mismo, y mírate ahora… ¡Pobre infeliz con éxito! ¿De qué te sirve? Has perdido el norte, el sur, el este y el oeste…Ya no eres tú.”
Y Denis sintió cómo una tremenda rabieta crecía en su interior. Estaba profundamente agotado, exhausto. Ya no podía más, pero don Diablo se mantenía impertérrito en sus maquinaciones. "¿Y si le hago caso?” Pensó tentado más de una vez. La vida resultaría mucho más fácil. Ser uno más, justo lo que había sido siempre, lo que siempre odió, pero que ahora añoraba.
Los ángeles cuentan con una ventaja: Pueden multiplicarse a su antojo, mostrarse a cualquiera de nosotros en rostros que tal vez vemos día a día. Y don Ángel sabía que aquella guerra encarnizada sólo la ganaría si multiplicaba sus esfuerzos y luchaba hasta el final. Acudió en sueños a los familiares y amigos de Denis, les acarició mientras dormían y les dotó de una cualidad especial: Paciencia y comprensión, por encima de cualquier otra virtud. Don Ángel sabía que se avecinaba una batalla que decidiría el resultado final de aquella guerra cruel, como todas las guerras.
Don Diablo es muy astuto y oportunista… pero también muy impaciente: Así  que ideó, según su necia sabiduría,  la estrategia perfecta. Denis tenía una cena con buena parte de sus amigos aquel viernes. Aquel viernes rompería con la paciencia, con el equilibrio, que tanto le costaba a Denis mantener últimamente. Cualquier excusa sería buena, perfecta, para el gran desenlace.
Eran cerca de las dos de la madrugada y Denis dormitaba en el sofá del comedor mientras sus amigos seguían charlando animadamente. Entonces don Diablo sonrió sabiendo que se acercaba la tormenta perfecta, la batalla definitiva. Le susurró al oído: "Míralos Denis, despierta, estate atento, ellos tan felices cuando tú estás pasando por uno de tus momentos más bajos. Sí, con tu libro publicado, pero ¿para qué te ha servido? Sólo para sentirte vacío, inerte,muerto por dentro. Y míralos bien Denis, ellos están felices… ¡Despierta!”
Denis,medio despierto,  no supo decir nada que no fueran improperios, quejas, lamentos; dejando a aquellos amigos, que tan fielmente le habían seguido en su sueño, petrificados y sin saber cómo reaccionar ante aquella escena absurda.
Don Diablo ganó la batalla. Denis se abrazó a lo que apuntaba a un principio de depresión y tan sólo consiguió algo de calma en el sueño de los siguientes días.Pero era justamente cuando dormía cuando don Diablo aprovechaba para lanzar nuevos ataques. Por eso Denis se levantaba cada día más cansado, más angustiado, más infeliz.
Don Ángel veía todo aquello con cierta impotencia, pero era paciente, de alguna manera se sentía satisfecho por haber sido tan precavido cuando entró en los sueños de aquellos amigos que ahora tenían motivos más que suficientes para apartar a Denis de sus vidas. Aquellos amigos que seguían a la espera ,preocupados, tristes por ver el estado lamentable de Denis… y dispuestos a tenderle una mano en cuanto él la solicitara. Pero Denis estaba dominado totalmente por don Diablo. Ya ni despierto le dejaba tranquilo. Se refugió en su trabajo, su rutina laboral ahora le ayudaba a no pensar en esa tristeza que se había adueñado de cada rincón de su ser. Pero llegó el día en el que también se descubrió atacado por malos pensamientos en pleno horario laboral.
"Cuídate mucho de estos personajes Denis. Ten cuidado, ¿acaso no ves lo raro que es que hayan preparado otra nueva cena este viernes? ¡Algo maquinan contra ti! Ve con mil ojos y a la mínima… ya sabes cómo reaccionar. ¡Yo te he enseñado a protegerte!
Denis acudió a aquella cena muerto de miedo, cansado, agotado por aquella semana de trabajo, pero sobre todo exhausto de la batalla interna que parecía no tener fin dentro de él. Y se mantuvo alerta durante toda la velada temiendo lo peor.
Le recibieron con besos, y supo que no eran besos fingidos, besos hipócritas; le sonrieron, se alegraron de tenerle de nuevo a la mesa, le ofrecieron agua y una buena cena. Nadie le preguntó nada, nadie le juzgó, nadie mostró su enfado, era como si nada hubiera pasado. Pero Denis sabía que había jugado con fuego, que estuvo a punto de romper con todo: Con su pareja, con sus amigos, con sus proyectos literarios… para echar a correr. Pero él sabía lo absurdo de todo aquello: "Echar a correr”, maldita y tentadora frase, pensaba. Pero burda solución a sus problemas: Tan sólo huiría de sí mismo. Y el no hacerlo le salvó.
Al día siguiente tenía una prueba mucho mayor si cabía. Una de sus mejores amigas quería estar con él toda la tarde. "Increíble, después de cómo le he tratado”,pensaba. Pero su amiga no cambió de planes, ni se acobardó ante aquella imagen de un Denis huraño y grosero.
"Vamos a caminar hacia el castillo. Sí Denis, aquel que está en la cumbre de aquella montaña. Y sólo caminaremos hacia esa meta, ese será nuestro fin.” Denis aceptó mientras don Ángel sonreía satisfecho a don Diablo que callaba sabiendo que aquel juego no daría buen resultado en aquella guerra que de momento llevaba él ganada.
Denis llevaba horas, días, semanas, hundido en su tristeza cuando empezó aquella ruta hacia el castillo. Por acompañante, su amiga fiel, que pese a las mil oportunidades de reprocharle su comportamiento, se limitó a hablar del paisaje,de lo saludable que es caminar y poco más. Denis agradeció no tener que hablar de nada importante, su cabeza seguía en ebullición, a punto de estallar, y pensaba que en cualquier momento de aquella ruta se pararía en seco, llenaría sus pulmones de aire y gritaría "Basta” hasta agotar sus fuerzas.
Pero poco a poco sintió cómo el cansancio se apoderaba de su cuerpo. Primero fueron sus pies los que empezaron a lanzar la voz de alarma. Tras dos horas de caminata en pendiente, fueron sus piernas las que empezaron a lamentarse de aquella idea descabellada. Denis empezó a pensar en su recompensa al volver a casa: Una buena ducha caliente y relajarse en el sofá. Sonrió a su amiga y le pidió un descanso. "Estoy agotado” le dijo. Su amiga le sonrió satisfecha, ni ella sabía que don Ángel subía con ellos para que todo aquel plan saliera tal y como él lo había pensado.
Denis no tenía tiempo para pensar en su tristeza. Le dolían mucho las piernas,llevaban casi tres horas de ascenso cuando alcanzaron el castillo. Se sintió satisfecho, había alcanzado la meta. Y por una vez no tenía que ver con presentaciones de novelas, ni con escribir nada a contrarreloj, ni con corregir un relato por enésima vez. Por una vez, se trataba de él, se trataba de Denis y estaba agotado por caminar, por castigar su cuerpo.
Sonrió a su amiga, pero lo más importante: Sonrió para sí mismo y quiso llorar, algo ya habitual en aquellos días, pero esta vez por la alegría de haberse reencontrado a sí mismo. En su cabeza ya no le martilleaba la tristeza, el cansancio de todo su cuerpo lanzaba miles de mensajes a aquel cerebro de loco escritor: "Detente, por lo que más quieras, o mañana tendrás unas agujetas de campeonato.” Pero Denis prefirió las agujetas futuras a su locura actual.
Volvieron a la carga, ahora tocaba el camino de descenso y Denis sólo pensaba en el momento de pegarse una buena ducha y cambiarse de ropa. Así se lo dijo a su amiga y esta conversación fue derivando hacia otros temas más profundos. Y Denis, que  había dejado a don Diablo a la falda de la montaña tranquilamente descansando, pudo sincerarse. Supo que no tenía que pedir disculpas, su amiga no buscaba eso, ella necesitaba recobrar a su amigo. Siguió el descenso y Denis poco a poco volvió a ser el amigo que ella temió en algún momento haber perdido para siempre.
Se acercaban de nuevo al pueblo, en poco más de media hora estarían tranquilamente en casa y por fin descansarían. Vio a don Diablo sentado impaciente en una roca, mordiéndose intranquilo sus repugnantes uñas. Y Denis casi ni lo reconoció. Se encontraron las miradas por un instante y Denis sintió el frío recorrer toda su espina dorsal. Pero se sentía fuerte y a punto estuvo de pegarle un buen grito a aquel demonio desalmado cuando su amiga, su amiga fiel,le dijo:
"Fíjate en aquel seto de rosas, es precioso, está repleto de rosas blancas. He cogido una para ti.” Y Denis prestó toda su atención a aquel gesto de su amiga. Aquello era mucho más importante que el molestarse en dar un grito a aquel liante y malvado embaucador.
Caminaron juntos los últimos metros hacia la casa. El ansiado descanso se acercaba pero Denis ya disfrutaba de algo mucho mejor: En cada paso que dio en aquella caminata, se había ido despojando de toda su tristeza. Necesitó por eso una larga caminata, un largo camino para recorrer, tanta era la tristeza que acumulaba.
"¿Qué haces enviando tantos mensajes por el móvil?” Le dijo a su amiga mientras se sentaba con ella al sofá, feliz de gozar de su compañía.
"Querido amigo, estoy contestando al resto de tus amigos. Estábamos todos a la expectativa de lo que pudiera ocurrir esta tarde.”
Denis no pensó ni por un instante en que sus amigos conspiraban contra él, simplemente sonrió al pensar en que sus amigos, ya desesperados, buscaban cualquier excusa con tal de ayudarle.
Ha pasado el tiempo, a Denis, ni uno sólo de sus amigos le ha reprochado nada. Simplemente sonríen felices por haberle recobrado.
Don Ángel descansa merecidamente, mientras don Diablo sigue mordiéndose las uñas en una roca… a las afueras del pueblo.

Fuente: Novelas de Jesús M. Saldón Andrades
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